LIBROS: "La desaparición de los rituales". Byung-Chul Han


El filósofo coreano-alemán Byung-Chul Han, cuyas ideas se difundieron aún más en estos tiempos de pandemia, nos regala su última reflexión con “La desaparición de los rituales” (Herder, 2020). Sus obras constituyen una sinfonía organizada para cuestionar a la sociedad neoliberal, cuyo centro vital está en la producción totalizante, que va sometiendo a ella todos los ámbitos de la vida social y va forzando al sujeto neoliberal a rendir, hasta el punto de explotarse a sí mismo. Justamente el engaño neoliberal es confundir la “auto-realización” con la “auto-explotación”. Al igual que en sus obras anteriores, el filósofo nos habla del “infierno neoliberal de lo igual”, donde el “exceso de positividad” constituye la principal patología de la enferma sociedad actual.


Esta obra ofrece un ángulo nuevo del problema de siempre. Una manifestación del capitalismo neoliberal está, para el autor, en la desaparición de los rituales, donde la esfera de lo lúdico deja paso a la esfera de la producción. Vivimos un tiempo de narcicismo radicalizado, donde el rito va desapareciendo de las diferentes esferas de la vida social, eliminando el eros y desencantando al mundo. En definitiva, el capitalismo es incompatible con la sociedad ritual, ya que la producción y los rituales se excluyen entre sí. 

En todas sus obras el filósofo coreano nos regala luminosos diálogos y sugerentes referencias a autores imprescindibles para nuestro tiempo, como M. Heidegger o I. Kant. En esta obra en particular es el turno de nuevos pensadores como H.-G. Gadamer, H. Arendt, Ch. Taylor, G. Agamben, J. Baudrilard, entre otros. Asimismo, su autor dialoga críticamente con autores clásicos como K. Marx y F. Hegel, quienes de alguna manera consideran a la existencia humana exclusivamente desde la perspectiva del trabajo. 

Para Han, los ritos son fundamentales en nuestra sociedad contemporánea, en cuanto son acciones simbólicas que generan una comunidad sin comunicación, “mientras que lo que predomina hoy es una comunicación sin comunidad” (p. 11). El rito permite vivir sentimientos colectivos que consolidan a la comunidad, en un contexto de régimen neoliberal que aísla a la persona para convertirla en productora de sí misma. Los ritos hacen que el tiempo sea habitable, objetivan la realidad dando referencia al mundo y protegen la vida de la comunidad. Su presencia es fundamental para configurar las transiciones vitales esenciales, ya que sin estos umbrales, sólo queda el infierno de lo igual.

Esta obra dedica algunas páginas a reflexionar sobre la praxis religiosa y litúrgica, desde la perspectiva del manejo pulcro de las cosas, y del ejercicio de atención y repetición, que llega al corazón a través de la intensidad de lo discreto. El rito permite la “vida intensa”, que nada tiene que ver con el “consumo intenso”, propio de la actual sociedad neoliberal. Y la intensidad real de la vida se alcanza cuando la vita activa asume en sí la vita contemplativa.

Se percibe en esta obra, más que en otras, un interesante diálogo con el comunitarismo, donde el yo sólo tiene consistencia mediante su referencia explícita a la comunidad. La experiencia de lo ritual supone un olvido de sí, en medio de una cultura que sólo busca amplificar el eco del yo. La liturgia del yo es el gran rito de nuestro tiempo, por eso es importante lo ritual, cuya atención no es personalista en cuanto se dirige a la comunidad. A medidas que nos vamos introduciendo en esta obra, vemos cómo la importancia de los rituales se recoge con mucha audacia y creatividad desde diversos ángulos como la cultura de la autenticidad, la interconexión digital, la globalización, la fiesta, la experiencia del trabajo, el reposo, el juego, el lenguaje, el silencio, la cortesía, la expresión de lo violento, el dataísmo y la seducción. 

Son especialmente sugerentes aquellas páginas que hablan sobre la pérdida de la dimensión festiva, cuya esencia es la colectividad. Vivimos un tiempo sin fiesta, donde lo que predomina son los “eventos”, que no tienen la fuerza de lo enlazador y vinculante de lo festivo. El evento genera entretención pero no comunidad.

Uno de los capítulos más novedosos está dedicado a la violencia, donde analiza el paso del duelo a la guerra de los drones. La ritualización del conflicto le otorgaba un componente ético, en la medida que el duelo ritual estaba sometido a las reglas del juego, donde había simetría en los medios de combate. En el enfrentamiento frontal, que buscaba el honor, había una equiparación jurídica y moral, la que está absolutamente ausente en la actual forma de “ataque con drones”, donde se lleva la asimetría al máximo. La guerra actual está desprovista de mirada donde el enemigo es objetivado.

En los capítulos finales se centra sobre el dataísmo, como el último eslabón de esta pérdida de lo ritual, que supone el fin del humanismo ilustrado, para dar paso a un saber producido maquinalmente, donde la “comunicación total” queda atrás para vivir la experiencia de la “vigilancia total”. Por último, la reflexión final se centra en la pérdida de la experiencia de la seducción, en medio de una cultura post-sexual, donde lo que prima es la búsqueda de placer o satisfacción inmediata. Son tiempos de seducción sin otro, sin juego y sin tiempo. Hoy en día no interesa la seducción, sino la satisfacción.

Muchos de los temas desarrollados en este interesante libro, quedan como puertas abiertas para futuras reflexiones de este filósofo, y quedan como puertas abiertas para que nosotros podamos continuar la conversación y la reflexión con quienes tenemos más cerca. 

Nicolás Viel ss.cc.

Comentarios

  1. ¡Qué intenso! Me impresiona el tema de la centralidad en la vida comunitaria y del valor del ritualismo casi como la salida contracultural de la fragmentación neoliberal que nos deja sin lazos, quebrantadxs y solxs.

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  3. Gracias Nicolás por compartir esta completa introducción a este interesante libro que entiendo deja el camino abierto a seguir profundizando. .. cada tema de vida que desarrolla el autor...estando relacionados todos.

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  4. Gracias por tu recensión Nico ¡qué buena! Aprovecho para saludar a la Vale

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