Serie "Arenas movedizas": ¿Por qué nunca haces preguntas importantes?



Para quienes trabajamos con jóvenes puede ser interesante ver “Arenas Movedizas” (Quicksand) estrenada en Netflix en abril de 2019. La historia comienza con un tiroteo en una escuela pública sueca, donde su protagonista, Maja es encontrada en estado de shock, rodeada de los cuerpos muertos de varios de sus compañeros, incluido el de su novio Sebastián. Este terrible comienzo se explica durante seis capítulos, que nos van desentrañando el proceso humano de esta detrás de la tragedia, junto con narrar todo el proceso judicial que esto conlleva (para los que nos gusta todo ese rollo de los juicios, abogados y jueces, la serie aporta lo suyo). Sin entrar en detalles de la historia, creo que esta serie nos da insumos para reflexionar la realidad juvenil desde claves muy interesante como son; las relaciones, la experiencia de la libertad y la búsqueda de sentido. 

La actual realidad juvenil le da mucha importancia a los vínculos y a las relaciones. Dentro de esta experiencia, que puede enriquecer mucho a la vida o dañarla profundamente, la serie nos permite reflexionar sobre los efectos psicológicos que va teniendo entre los jóvenes y su entorno el sostener una “relación tóxica”, donde prima el control, la dependencia y el abuso, todo esto sostenido en una falsa promesa de placer, bienestar y libertad. La relación de Maya con Sebastián se va convirtiendo en un profundo proceso de aislamiento, que va dejando a su protagonista sin posibilidades de expresar ni de poner palabras a lo que va viviendo. En un punto donde la crisis vital alcanza una magnitud sin precedentes y donde su proyecto de vida no va para ningún lado, encara a su madre preguntándole; ¿por qué nunca haces preguntas importantes? Me pregunto cuántos jóvenes de los que están en nuestras familias, comunidades o espacios pastorales no están deseosos de preguntarle lo mismo a sus padres, acompañantes o a la misma Iglesia. 

Hay otro tema de fondo que toca la trama de “arenas movedizas” sobre la realidad juvenil. Tiene que ver con la tensión entre bienestar y sentido. Nuestra cultura actual pone mucha atención en el “estar bien y pasarlo bien”. ¿A quién no le gusta pasarlo bien? Obviamente que a todos. El problema está cuando esa búsqueda de entretención y bienestar es la regla fundamental de tu vida. Hay dos tipos de alegría; las superficiales y las profundas. Y el sentido de la vida está conectada con las alegrías profundas, que muchas veces son menos estridentes que las alegrías superficiales. Una vida sin sentido, encerrada en sí misma, solo preocupada de entretenerse, de estar bien o arrojada a la banalidad, finalmente no encuentra cause y nos deja en el corto plazo con “gusto a poco”. Y la serie nos muestra la fatal consecuencia a la que puede llegar una vida sin proyecto, solo preocupada de la imagen pública, viviendo relaciones en grupos de amigos encerrados y con vínculos de amistad que no tienen ni raíz ni horizonte. Se trata de buscar la felicidad, pero dentro de un proyecto que nos de sentido y dentro de relaciones que nos hagan verdaderamente libres y saquen lo mejor de nosotros mismos. 

Creo que esta serie nos regala elementos interesantes para reflexionar la realidad juvenil en nuestros tiempos, donde la libertad muchas veces se confunde con el “hacer lo que yo quiera” dentro de un imperativo de la diversión, que desprovisto de todo sentido puede llevar a vida a un abismo sin retorno. El proceso que va viviendo Maya le permite reconocer que la verdadera libertad está relacionado con la profundidad de los vínculos y la experiencia del amor. Somos verdaderamente libres en la medida que somos capaces de salir de nosotros mismos, en la medida que somos capaces de transitar caminos que siendo más profundos son también más auténticos.




Comentarios

  1. Releyendo "El Principito" por estos días, me encontré con el siguiente pasaje: "A los mayores les gustan mucho las cifras. Cuando se les habla de un nuevo amigo, jamás preguntan cosas esenciales como: "¿Qué tono tiene su voz? ¿Qué juegos prefiere? o ¿Si le gusta o no coleccionar mariposas?" En cambio preguntan: "¿Qué edad tiene? ¿Cuántos hermanos? ¿Cuánto pesa? ¿Cuánto gana su padre?" Solamente con estos detalles creen conocerle. Si a una persona mayor le decimos: "Hay una casa preciosa de ladrillos rosas, con geranios en las ventanas y palomas sobre el tejado", no pueden imaginarse cómo es. Es preciso decir: "Hay una casa que vale tantos millones de pesos". Entonces exclaman entusiasmados: "¡Oh, qué hermosa es!"".

    ResponderEliminar

Publicar un comentario